Según las estimaciones, hasta 2050, dos tercios de la población mundial vivirán en ciudades, consumiendo más del 70% de la energía y emitiendo otros tantos gases de efecto invernadero. A medida que la población de las ciudades crezca, aumentará la demanda de servicios pero también sobre la necesidad de disponer de más recursos. Esta demanda ejerce una influencia sobre la energía, el agua, los residuos y cualquier otro servicio importante para la prosperidad y la sostenibilidad de una ciudad.
Una Ciudad Inteligente es una ciudad innovadora que utiliza TIC-s y otros medios para la mejora de la calidad de vida, eficiencia de operaciones, servicios y competitividad urbanos, además de garantizar el cumplimiento de las necesidades de las generaciones presentes y futuras en lo que a aspectos económicos, sociales, medioambientales y culturales respecta.Se espera que el mercado global de ciudades inteligentes aumente de 410,8 billones de dólares en 2020 a 820,7 billones de dólares en 2025 con una tasa de crecimiento anual compuesto del 14,8%. Este crecimiento está impulsado por la creciente demanda de seguridad pública, el crecimiento de población urbana y aumento de iniciativas gubernamentales. Las ciudades inteligentes contribuyen a los objetivos de la UE hacia la equidad social y prosperidad, empoderamiento de la población mediante tecnologías digitales y los objetivos del “European Green Deal”.
La carencia de competencias es una barrera significativa para la explotación del potencial de las Ciudades Inteligentes
Las ciudades inteligentes utilizan datos y despliegan servicios basados en tecnologías avanzadas como Computación en la nube, Inteligencia Artificial e Internet de las Cosas para ofrecer y mejorar servicios existentes, así como para proporcionar puntos de vista dependientes del contexto sobre operaciones urbanas.
Su desarrollo altamente complejo y exigente requiere que técnicos e ingenieros tanto del sector público como del industrial estén equipados con habilidades y competencias que a día de hoy son escasos. Por ello, y dada la naturaleza dinámica de las Ciudades Inteligentes, la mano de obra precisa de recapacitación o ampliación de competencias mediante la adquisición de conocimientos y habilidades nuevas y transferibles.
La carencia de habilidades digitales es el mayor obstáculo para la utilización eficiente del Big data y otras tecnologías digitales (ej. Internet de las Cosas y Computación en la nube) en la gestión urbana.
De acuerdo con una reciente encuesta realizada por KPMG y la empresa de subcontratación de TI Harvey Nash a 3000 líderes tecnológicos, el 65% de las empresas encuestadas declararon tener dificultades para contratar profesionales con conocimientos de datos y análisis.
Una encuesta reciente también demostró que el 76% de las empresas consideraban que necesitaban un mayor número de especialistas en Internet de las Cosas de alto nivel. Además, la escasez de competencias digitales en el sector público frena su transformación digital, siendo un 40% las organizaciones públicas las que no cuentan con las competencias digitales adecuadas.
Propiciar que la Ciudad Inteligente haga frente a sus retos económicos, medioambientales y sociales también requiere una actualización continua de conocimientos y competencias que van mucho más allá del ámbito técnico; abarcando una amplia gama de competencias no técnicas/transversales. Es necesario contar con técnicos e ingenieros de Ciudades Inteligentes que cuenten con habilidades blandas, como pensamiento crítico/resolución de problemas, comunicación y liderazgo. Estas habilidades también escasean; de hecho, el Cedefop subraya la necesidad de una mayor adecuación entre la educación y formación y los requerimientos de la industria en lo que a competencias personales se refiere.
Además, el desarrollo de competencias empresariales resulta vital para el aprovechamiento de las oportunidades de negocio generadas por la introducción de la tecnología en el entorno urbano.
Por último, el desarrollo de competencias relativas al medio ambiente para satisfacer las necesidades derivadas de la transición a una economía circular y neutra en carbono y el diseño de formas efectivas de afrontar problemáticas características del desarrollo urbano (ej. Polución del aire, congestión, modo de vida sostenible) es otro reto que los técnicos e ingenieros de Ciudades Inteligentes afrontan a día de hoy.